salvo pensar en ti.
Y te escribo nuevamente, desde mi soledad
gastada de pensarte,
en medio del silencio y la dulzura
de esta quietud, compartida contigo
en mi pensamiento.
La ventana entreabierta,
un jirón de sol de invierno,
esa bella melodía sonando en mis oídos,
la mirada perdida en la distancia...
Me descubro, de repente, esa mirada,
perdida entre tus ojos.
Descubro mis labios temblorosos
besando tu sonrisa inexistente.
¡y pasan los minutos tan despacio!
¿quién o qué tendrá la suerte
de sentir en su piel o en su contorno
el leve roce de tu mano suave?
Y siento en lo más hondo la certeza
de que, allá donde estés, estás tan cerca
que hasta puedo notar el roce de tu pelo
y sentir el calor de tus caricias
y perderme entre tus brazos invisibles.
¡Si supieras, amor, en este instante,
que cerca estás de mí y hasta qué extremo
necesito respirar tu aliento tibio
para sentirme viva realmente...!
Si supieras, mi amor, cuánto te quiero...