Todos tenemos secretos escondidos en algún lugar y nos sentimos frágiles cuando alguien los descubre.

Pero llega un momento en la vida en el que descubres que no es necesario seguir ocultando lo que hemos sentido, llorado, reído, amado... No es necesario esconder en lo más recóndito del alma todo aquello que nos hizo sentir intensamente vivos.

Ya perdí el miedo de abrir las puertas del alma, porque no soy vulnerable ante nadie, salvo ante el miedo de sentirme vulnerable.

Tan solo soy alguien como tú, a quien el universo no ha cesado se regalarle momentos para sentirse viva.

Hoy te he visto de lejos


Hoy te he visto de lejos,
como una brizna de hierba
en la distancia.

No veías mis labios ni sentías mi mirada,
y entre las hojas secas de la alameda
todo el azul del cielo se derramaba,
como lluvia de abril, sobre tu espalda.

Un pie tras otro –tal vez leyendo-
andabas despacito, como si nada;
como si no supieras
que, en la distancia,
cada soplo de vida
-como una sombra cosido a tu camisa-
se me alejaba