Todos tenemos secretos escondidos en algún lugar y nos sentimos frágiles cuando alguien los descubre.

Pero llega un momento en la vida en el que descubres que no es necesario seguir ocultando lo que hemos sentido, llorado, reído, amado... No es necesario esconder en lo más recóndito del alma todo aquello que nos hizo sentir intensamente vivos.

Ya perdí el miedo de abrir las puertas del alma, porque no soy vulnerable ante nadie, salvo ante el miedo de sentirme vulnerable.

Tan solo soy alguien como tú, a quien el universo no ha cesado se regalarle momentos para sentirse viva.

Todo lo que yo hablo, tú lo callas


Todo lo que yo hablo, tú lo callas.
Y cubro con mi palabra tus silencios.

Eres como la mar, callada.
Como la mar, profunda, 
silente y oscura.

Pero, como las olas, vienes.
Como la espuma, clara.
Y tu mirada, limpia.

Eres como la mar: inabarcable.
No te conozco, como a la mar.
Todo lo guardas.

Insondable y desconocido,
como a la mar, te busco,
como a la mar, te siento
y como al mar, te quiero.